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RUANDA: 20 AÑOS SIN VENCEDORES NI VENCIDOS

Mensajes de odio en la radio

El papel que jugaron en el genocidio los medios de comunicación y la tardía respuesta de Naciones Unidas son dos de los aspectos que marcaron un conflicto que, según sostienen diferentes ONGs, podría haberse evitado o, en su defecto, haber reducido sus consecuencias. Según explicó la delegada de Médicos Sin Fronteras (MSF) en la Comunidad Valenciana, Milagros Font, en una entrevista concedida para este reportaje, pese a que el genocidio comenzó en abril de 1994, desde enero de ese mismo año comenzaron a escucharse en la radio y otros medios de comunicación mensajes que incitaban el odio hacia a los tutsis.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                       Estudio de la emisora Mil Colinas. El Periódico

 

La radio Mil Colinas, una emisora privada cuyos accionistas eran de la élite hutu, se convirtió en uno de los principales altavoces para difundir el odio de los hutus hacia los tutsis. Mensajes como “aviso a todas las cucarachas que nos escuchan: Ruanda pertenece a quienes la defienden de verdad y vosotros, cucarachas, no sois ruandeses” o “todos estáis reclutados para matar a esas cucarachas: nuestros militares, la juventud, los ancianos y también las mujeres. Las cucarachas no tendrán futuro” eran emitidos diariamente en esta radio, cuyos principales directivos fueron condenados o están prófugos de la justicia. Uno de ellos, Felicien Kabuga, está en busca y captura por Estados Unidos por haber financiado la importación de machetes y armas de fuego a Ruanda durante el genocidio.

 

Valérie Bemeriki fue locutora en Mil Colinas y la encargada de transmitir algunos de esos mensajes incitadores de odio. “No mates a las cucarachas con una bala. Córtalas en trocitos con un machete”, fue una de las muchas frases que Bemeriki pronunció durante los cien días de genocidio. En la actualidad, la periodista cumple una condena de cadena perpetua en Kigali, en la cárcel de Nyarugenge. Pese a reconocer su culpa, desde su encarcelamiento siempre ha mantenido que, lejos de haber matado a nadie, ella se limitaba a dar información sobre el lugar en el que se encontraban los tutsis. Según explicó Bemeriki a RTVE en el documental El diablo anduvo suelto, los mensajes que ella transmitía llegaban desde el Estado Mayor, las Fuerzas Armadas ruandeses, de los partidos políticos y del Gobierno. 

 

La radio se convirtió pues, durante el genocidio, en un altavoz que avisaba a la población ruandesa de que había llegado la hora de matar para unos y de huir para otros. Y todo apunta a que bien cumplió con su cometido, ya que el genocidio de Ruanda se saldó con una media de 333 asesinatos cada hora.

 

 

“En un país como Ruanda, en donde había un alto grado de analfabetismo y donde había muy pocos periódicos, la inmensa mayoría de la población se informaba a través de la radio. El papel de la radio fue un papel estratégico clave en la escala de la matanza”

Alfonso Armada, periodista

 

 

 

 

 

 

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